viernes, 18 de diciembre de 2009

TRADICIONES Y TURISMO: UNA RELACIÓN ACTUAL

NOTA DE DEBATE

Las tradiciones reinventadas tienen una larga historia en el terreno del turismo. El interés demostrado por el mercado y los turistas ha revivido a varios rituales y fiestas del pasado; por medio de la intervención directa de diversos agentes, las comunidades toman un camino identitario que roza la folklorización utilizando para ello el aspecto teatralizante de sus tradiciones.

En la actualidad, se puede hablar, incluso, de producción y consumo cultural. La identidad ha sido llevada al ámbito del mercado. Un caso evidente es la celebración del Inti Raymi en Perú, o el Arrastre de Caudas en Semana santa, en Ecuador.

Ambos “espectáculos” se ven colmados de gente y turistas. El primero, es un ritual que se celebraba en el periodo incaico. Con la llegada de los españoles y la imposición de Cristianismo estas prácticas fueron exterminadas. Sin embrago, la fiesta fue resucitada hacia 1947, cuando aparecen movimientos de reivindicación indígena. Con el tiempo, la fiesta fue adquiriendo un matiz cada vez más comercial y turístico, a tal punto que hoy
una buena ubicación para ver el festival cuesta 70 dólares por lo menos.

El resultado es un creciente deterioro de los lugares donde se celebran los ritos. En Perú el Inti Raymi se realiza en un patrimonio arqueológico que puede terminar sufriendo daños graves. Algo similar pasa en Machu Picchu, donde algunas de las paredes de la ciudadela están en peligro de derrumbe por el exceso de turistas.

Si bien hay que tener claro que la cultura es dinámica, está en constante transformación, y que el mundo globalizado y la posmodernidad nos lleva a la hibridación; hay que recordar que el debate de esta nueva unión entre turismo y tradición no recae en el hecho de que estos productos culturales son malos o buenos. De hecho, reinventados o no, con fines más mundanos como el comercio hay que recordar que son efectivamente válidos en el ámbito de la identidad y la tradición. De hecho, por medio de esta nueva relación que lleva a las prácticas de su campo de valor de culto al campo del valor de exhibición se han hecho evidentes costumbres antes veladas y esto ayuda a que no se pierdan y perduren.

Lo malo de esta situación surge cuando algunas personas espectadoras tienen la idea de estar frente “culturas exóticas o culturas espectáculo”. El error recae en el hecho de que estas tradiciones llegan a ser trivializadas y descontextualizadas. En el peor de los casos algunos turistas, fotógrafos y curiosos llegan incluso a faltar al respeto a las tradiciones, impiden que las fiestas se desenvuelvan correctamente y destruyen el patrimonio como en el caso de Perú y sus ruinas incas.


La única solución a esta nueva relación entre tradiciones y turismo consistiría en sentar bases de respeto mutuo. Y tal como dice la periodista Teresina Muñoz Nájar en una de sus notas sobre patrimonio expuesta en la revista limeña Caretas se acerca el momento de tomar decisiones que seguramente deberán decidir que privilegiar: el patrimonio histórico o la industria turística”.



4 comentarios:

  1. No me parece que los medios deberían intervenir con las tradiciones. Es como ponerlo todo sobre un escaparate, exhibirlo todo en un afán enfermizo por informar.

    Los medios en la cultura son un arma de doble filo.

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  2. No creo que el turismo sea algo malo...ha permitido la democratización de la cultura, entendida en su sentido más amplio.

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  3. de que democratización estas hablando si muchas tradiciones por culpa del turismo han sido trivializadas y hasta ridiculizadas

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  4. Linda esa tradición del arrastre de caudas no sabía que existía...

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